Una madre se ve obligada a reinventarse cuando la vida de su familia se ve destrozada por un acto de violencia arbitraria durante el control cada vez más estricto de una dictadura militar en Brasil, 1971. Elegida por la Academia Brasileña de Cine para competir por la Mejor Película Internacional en los Oscar de 2025. Eunice Paiva: Martha, tienes que ayudarme. Martha: Todo el mundo está en peligro, Eunice. Destacado en Mais Você: Episodio del 3 de diciembre de 2024 (2024).
"I’m Still Here" va más allá de ser una película más sobre la dictadura militar, ofreciendo un retrato humano, intenso y brutalmente íntimo de una familia que se desmorona bajo fuerzas abrumadoras e incontrolables. Walter Salles, con su estilo crudo y su sensibilidad inigualable, vuelve al tema de un país inmerso en la represión, pero en lugar de centrarse en los grandes acontecimientos políticos, se centra en sus consecuencias en los hogares y en la vida personal. Al centrar la historia en el drama familiar, Salles subvierte la expectativa de una película histórica tradicional, evitando tonos documentales o un enfoque amplio y estructural. Aquí, el Brasil de los años 70 se siente a través de las luchas de la familia Paiva y, en los dolorosos detalles de sus heridas compartidas, Salles retrata las cicatrices dejadas por una dictadura que, aunque distorsionada en la memoria colectiva, sigue viva en las vidas que destrozó. La elección de centrar la narrativa en la perspectiva de Eunice, interpretada por las icónicas Fernanda Torres y Fernanda Montenegro, le otorga a la película una autenticidad innegable.
Mientras lidia con la pérdida de su esposo, Rubens Paiva (Selton Mello), una figura pública y defensor de los derechos del pueblo, Eunice tiene que mantener unida a la familia y preservar la estabilidad emocional de sus hijos. Eunice es la encarnación pura de la resiliencia y el amor maternal, y su rutina diaria, sus rituales con sus hijos y los momentos compartidos como familia son fragmentos de una vida que alguna vez fue ordinaria, ahora destrozada por una ausencia abrupta. Las cenas familiares y los recuerdos de las salidas a la playa se vuelven dolorosos cuando se reviven después de la desaparición de Rubens, ya que revelan el espacio vacío que deja la violencia sistémica. Salles usa hábilmente esta intimidad familiar para mostrar cómo la dictadura destruye los vínculos emocionales y perturba la paz de cada hogar, incitando al público a reflexionar sobre cómo la historia también está determinada por las pérdidas y los momentos de silencio en la vida cotidiana. Encarna a una mujer que se niega a dejar que el dolor la paralice, y equilibra la protección de sus hijos con la incansable búsqueda de respuestas sobre el paradero de su marido.
Este equilibrio entre fuerza y vulnerabilidad le da a Eunice una presencia impactante y esencial en la película. En una actuación conmovedora y notablemente madura, Montenegro, como la Eunice mayor, intensifica el impacto de la ausencia de Rubens, aportando un silencio pesado, casi físico, que resuena en aquellos que nunca tuvieron la oportunidad de decir adiós. La relación real entre Montenegro y Torres como madre e hija agrega autenticidad a las transiciones a través del tiempo, lo que hace que la representación de Eunice sea aún más sincera y creíble. Esta continuidad genuina permite que la película de Salles trascienda la mera ficción y alcance una profundidad que solo una historia personal puede lograr. Técnicamente, la película es un logro visual que captura el dolor íntimo de esta familia a través de una cinematografía meticulosamente elaborada.
La banda sonora acompaña las escenas más emotivas con una cualidad casi mística, mezclándose con los sentimientos de los personajes como un susurro que contiene los dolores del pasado. El uso que hace Salles de la música es interesante, no sólo para intensificar el drama, sino para evocar una nostalgia casi tangible en el aire, un eco de ausencias que nunca se pueden superar.